Biblio 3W
REVISTA BIBLIOGRÁFICA DE GEOGRAFÍA Y CIENCIAS SOCIALES
(Serie  documental de Geo Crítica)
Universidad de Barcelona 
ISSN: 1138-9796. Depósito Legal: B. 21.742-98 
Vol. XIII, nº 794, 25 de agosto de 2008


ECONOM�A URBANA Y CALIDAD DE VIDA. UNA REVISI�N DEL ESTADO DEL CONOCIMIENTO EN ESPA�A

Vicente Royuela Mora*
Grup d'An�lisi Quantitativa Regional-AQR-IREA
Universitat de Barcelona (Espa�a)
vroyuela@ub.edu

Diona Lambiri*
School of Geography University of Southampton (Reino Unido)
d.lambiri@reading.ac.uk

Bianca Biagi *
CRENOS-Universidad de Sassari (Cerde�a, Italia)
Dipartimento di Economia Impresa e Regolamentazione
bbiagi@uniss.it


Econom�a urbana y calidad de vida. Una revisi�n del estado del conocimiento en Espa�a (Resumen)

Sin ning�n g�nero de duda, puede afirmarse que el concepto de calidad de vida tiene cada vez mayor importancia en el �mbito cient�fico en general y en econom�a en particular. Dentro de este �mbito una de las aplicaciones m�s claras se da en el �mbito espacial, convirti�ndose en una variable clave para entender el desarrollo de ciudades y regiones. En este trabajo hacemos un recorrido por el concepto de la calidad de vida en la literatura econ�mica y en especial en t�rminos de econom�a urbana. En este sentido se hace un repaso de aquellos aspectos econ�micos claves relacionados con el concepto de la calidad de vida, como puede ser el de equilibrio espacial. Por �ltimo se analizan las experiencias sobre medici�n y an�lisis econ�mico de la calidad de vida desarrolladas en Espa�a en los �ltimos a�os y se remarcan las enormes posibilidades de desarrollo de este campo en nuestro pa�s.

Palabras clave: economía urbana, calidad de vida, equilibrio espacial


Urban Economics and Quality of Life. A revision of the state of the art in Spain (Abstract)

Quality of life is increasingly becoming a concept researched empirically and theoretically in the field of economics. In urban economics in particular, this increasing interest stems mainly from the fact that quality of life affects urban competitiveness and urban growth: research shows that when households and businesses decide where to locate, quality of life considerations can play a very important role. The purpose of the present paper is to examine the way economic literature and urban economic literature in particular, have adopted quality of life considerations in the economic thinking. Moreover, it presents the ways various studies have attempted to capture the multidimensional nature of the concept, and quantify it for the purposes of empirical research. Additionally we focus on the state of the art in Spain. Looking at the experiences in the last years we see very important possibilities of developing new studies in the field.

Key words: urban economics, quality of life, spatial equilibrium��������������������


En los �ltimos a�os la cuesti�n de la calidad de vida ha recibido una creciente atenci�n por parte de investigaci�n te�rica y emp�rica en varias disciplinas[1] As�, el concepto de la calidad de vida se basa en supuesto fundamental: la aceptaci�n de que el ambiente f�sico, econ�mico y social puede influenciar el comportamiento econ�mico de los individuos, su felicidad individual y el bienestar colectivo. Por supuesto, el ambiente externo influye de manera diferenciada a los individuos, lo que lleva a relativizar cualquier acepci�n objetiva y a incluir la subjetividad y las percepciones individuales. Este mecanismo interno, en el que juegan un papel importante aspectos psicol�gicos y fisiol�gicos, ha sido analizado por psic�logos, soci�logos y, como no, por economistas. En este sentido se ha convertido en cl�sico el modelo de Tiebout (1956) en el cual los votantes-consumidores deciden la localizaci�n de su residencia en la base de d�nde puede conseguir un mayor bienestar. Por supuesto, no hay que olvidar que a medida que una localizaci�n crece en tama�o, aparecen aspectos no deseables, como pueden ser la congesti�n, la criminalidad, etc. Por lo tanto, no es dif�cil apreciar que el an�lisis de la calidad de vida de los individuos tiene un conjunto de condicionantes, causas y consecuencias bastante acusados en t�rminos territoriales.

Esto se ha reflejado en buena parte en la moderna planificaci�n del territorio (Dissart y Deller, 2000). As�, ante el crecimiento de las exigencias de los individuos acerca las caracter�sticas medioambientales de su entorno, una consecuencia clara ha sido la transformaci�n de las pol�ticas, nacionales, regionales y, como no, locales. La medici�n de la calidad de vida se ha convertido de facto en un objetivo incluso supranacional[2].

Una raz�n adicional para el renacimiento de la importancia de la calidad de vida ha sido la constataci�n de que es un factor influyente en las decisiones de localizaci�n de las actividades empresariales (y en particular de algunas de elevado valor a�adido). As�, se ha dado un incremento notable de la rivalidad entre ciudades a la hora de atraer tanto residentes como empresas, utilizando la calidad de vida como un factor crucial de marketing urbano (Rogerson, 1999; Hall, 1994).

El objetivo de este trabajo es el de hacer un recorrido por el concepto de la calidad de vida en la literatura econ�mica (apartado 2) y en especial en t�rminos de econom�a urbana (apartado 3). Por �ltimo se analizan las experiencias sobre medici�n y an�lisis econ�mico de la calidad de vida desarrolladas en Espa�a en los �ltimos a�os (apartado 4). Se concluye con los principales aspectos repasados en este art�culo.

La calidad de vida en la literatura econ�mica

Wingo (1973) explica c�mo la calidad de vida puede suponer un bien econ�mico aduciendo tres razones fundamentales: es un bien escaso y los individuos est�n dispuestos a renunciar a otro g�nero de satisfacciones para obtenerla; es un elemento que condiciona el proceso de toma de decisiones de los individuos y de las empresas en cuanto al consumo y la localizaci�n; y es un bien p�blico compuesto (heterog�neo) al cual merece la pena destinar parte de los recursos p�blicos. En la misma l�nea de Wingo, Gillingham y Reece (1979) muestran c�mo la calidad de vida a nivel individual es el resultado del bienestar derivado del consumo de bienes de mercado, de bienes ligados al tiempo libre, de bienes p�blicos y de otras caracter�sticas del ambiente social y f�sico en el que los individuos desarrollan sus actividades.

Desde una perspectiva macroecon�mica en muchas ocasiones se ha asociado la calidad de vida con factores monetarios como el PIB, en nivel de precios o el coste de vida. La evoluci�n de esta visi�n simplista se debe en buena parte los trabajos de economistas como Townsend (1979), Erikson et al. (1987) y Erikson (1993), para los cuales el est�ndar de vida es un concepto multidimensional. La mayor contribuci�n en esta direcci�n se debe a los trabajos del premio Nobel Amartya Sen (1973, 1987, 1993, 1997), para quien la renta o el consumo no son suficientes para explicar la calidad de vida. En su razonamiento resulta central la idea de capability que indica �la libertad social de realizar m�s combinaciones alternativas de funcionamiento��, es decir, la oportunidad de escoger �� un estilo de vida alternativo� (Sen 1987, p. 36)[3].

La multidimensionalidad del concepto de calidad de vida ha calado hondamente en la literatura, de modo que se asume y enfatiza en numerosos trabajos (Wish 1986; Khan, 1991; Slottje, 1991) y en diversos �mbitos territoriales, como ciudades y �reas urbanas (Louis, 1976, Liu, 1978, Blomquist et al., 1988, Rogerson et al., 1989, Stover y� Leven 1992, Royuela et al., 2008), estados (Liu, 1973) o naciones (Slottje, 1991, Hirschberg et al., 1991, Dasgupta y Weale, 1992) entre otros.

No obstante, si bien la multidimensionalidad es uno de los rasgos fundamentales de la calidad de vida, aqu�lla introduce enormes dificultades a la hora de emplear y definir un concento claro de la calidad de vida. Valgan en todo caso las siguientes aproximaciones, todas ellas muy similares.

- La calidad de vida en sentido social Liu (1978, p. 249): "El nivel �ptimo de calidad de vida se produce por la combinaci�n de inputs f�sicos y psicol�gicos (�). As�, la calidad de vida que cada individuo percibe se asume que ser� directamente dependiente de sus restricciones y capacidades para cambiar y adquirir, mientras que el mayor reto de una sociedad ser� el mejorar la capacidad de los individuos de cambiar la curva de restricciones hacia la derecha�.

- Smith, (1977) y Mulligan et al., (2004) asumen que la calidad de vida es el bienestar humano o social y se asume que influye y restringe las oportunidades humanas.

- En Diener (2005) recientemente un grupo de acad�micos de la Sociedad Internacional para la Calidad de Vida se entiende la calidad de vida como la satisfacci�n que recibe un hogar de sus entornos f�sico y humano, con un �nfasis en los componentes externos, en contraste con el concepto m�s subjetivo de bienestar (well-being).

Finalmente, y directamente relacionado con calidad de vida, est� el creciente inter�s de la literatura econ�mica en el estudio de la felicidad individual. Como se discut�a anteriormente, la subjetividad en la percepci�n de los individuos es algo fundamental y al mismo tiempo complementario a la visi�n objetivista que emplea la teor�a econ�mica. As�, empleando una aproximaci�n subjetiva adoptada de la psicolog�a, la literatura de la conocida como Economics of Happiness[4] se fija en la conexi�n entre la felicidad individual manifestada por los individuos en un cuestionario y factores econ�micos, como la renta, el desempleo y los niveles de consumo. En este contexto se remarca en el an�lisis de la utilidad individual el concepto de la disponibilidad relativa y no absoluta de factores, de modo que la felicidad individual depende en buena medida de c�mo las personas perciben el nivel de ingreso, paro y consumo en relaci�n con el de otros individuos, y en relaci�n con sus propias experiencias del pasado. En la misma direcci�n tambi�n se ha analizado la correlaci�n entre distribuci�n de la renta y la felicidad de los individuos (Morawetz et al., 1977; Alesina et al., 2001).

Pero adem�s de considerar la calidad de vida como un objetivo en s� mismo, �sta se ha se�alado dentro de la literatura como un factor clave (o al menos uno m�s) de crecimiento. As�, dentro de la literatura de crecimiento Romer (1990) trata los conceptos de capital humano y conocimiento y, de manera indirecta, como se ver� despu�s, el concepto de calidad de vida. No obstante, dentro de la literatura de crecimiento, tan s�lo algunos trabajos se han ocupado de la convergencia entre territorios en t�rminos de calidad de vida (Giannias et al., 1999, Hobijn y Franses, 2001, Neumayer, 2003, Royuela y Art�s, 2006 y Marchante y Ortega, 2006). En el entorno de crecimiento ha sido significativa la contribuci�n de economistas en los �mbitos del medioambiente y la ecolog�a. En esta l�nea han sido pioneros los trabajos de Dasgupta (2000) y Krutilla y� Reuveny (2002). Sus trabajos se han centrado en analizar la conexi�n entre crecimiento de la poblaci�n, actividad econ�mica y medioambiente, y han desarrollado la idea del capital natural[5].

Del repaso hecho hasta ahora entendemos que la mayor�a de definiciones y marcos de estudio del concepto de calidad de vida tienen, directa o indirectamente, una clara la influencia del entorno m�s inmediato, esto es del territorio, en su vertiente local. Esto nos lleva a considerar un aspecto de la literatura sobre la calidad de vida: la econom�a urbana.

La calidad de vida en la literatura de econom�a urbana

El examen de c�mo la calidad de vida se trata en la literatura urbana no es en absoluto un ejercicio sencillo, en primer lugar porque s�lo una parte de la literatura analiza el tema de manera directa (como objetivo principal del an�lisis), y en segundo lugar porque la calidad de vida se ha tratado desde un punto de vista no acad�mico en numerosos estudios e informes.

Una de las l�neas de investigaci�n de la econom�a urbana que aborda la calidad de vida de manera m�s clara, aunque sea de modo indirecto, es el estudio del crecimiento de las ciudades y las decisiones de localizaci�n de individuos y empresas, tanto a nivel intra como interurbano. Normalmente el escollo fundamental suele ser el de encontrar factores que hagan que la ciudad atraiga individuos y empresas. Evidentemente, el �mbito de estudio nos har� escoger entre explicar la competencia entre ciudades o tratar de analizar, por ejemplo, el sprawl urbano.

El crecimiento de la movilidad internacional y el crecimiento de las tecnolog�as de la informaci�n nos han llevado en un breve per�odo de tiempo a tener que asumir la globalizaci�n como algo a ser tenido en cuenta en muchas decisiones econ�micas. Una de las consecuencias directas ha sido la creciente competencia entre territorios antes distantes, y en particular a la competencia entre ciudades. En este sentido la literatura propone como clave el papel de los �atributos urbanos� para condicionar el poder de atracci�n de un �rea para la vida y el trabajo cotidiano. Es bastante clara, en este sentido, la referencia al tipo, a la calidad y al nivel de los elementos clim�ticos, est�ticos, a la presencia de bienes y servicios p�blicos, a las pol�ticas de los gobiernos locales (impuestos o incentivos fiscales), y a las interacciones sociales. La importancia de estos atributos en la capacidad competitiva supera a los factores estrictamente econ�micos, como pueden ser el PIB per capita, el nivel de precios, o las posibilidades de encontrar trabajo.

Uno de los factores que aparece repetidamente como significativo en los estudios aplicados de crecimiento de las ciudades es el clima. Ya en 1976 Graves observaba que las ciudades con mejor clima son las que crecen m�s velozmente, aspecto posteriormente tambi�n confirmado, por ejemplo, en Glaeser y Shapiro (2003) para los EEUU. En Europa, Chesire y Magrini (2006) validan la hip�tesis en el contexto europeo (UE12), aunque fundamentalmente las migraciones se den dentro de las naciones.

La relevancia atribuida a cada factor puede cambiar seg�n se trabaje con una visi�n centrada en el crecimiento urbano sostenible (que fomenta la aglomeraci�n frente a la dispersi�n), o con una visi�n que prima la competencia entre ciudades. En este sentido, si nos fijamos en el significativo fen�meno del sprawl urbano registrado en la mayor parte de las grandes ciudades occidentales, se aprecia c�mo ha venido acompa�ado por un debate por las causas de esta expansi�n, por el declive de la ciudad tradicional de alta densidad, as� como por el futuro de las ciudades (ver Glaeser, 1998, Glaeser y Kahn, 2003 para USA y Chesire y Hay, 1989 para Europa).

De entre los factores que favorecen la ciudad como aglomeraci�n en el espacio, Glaeser (1999) propone las interacciones �de no mercado�: flujos de ideas entre empresas, transferencias de capital humano entre trabajadores, la formaci�n de valores, el capital social o los peer effect, esto es la influencia positiva de los individuos de estar cerca de los dem�s. Posteriormente Glaeser et al. (2001) subrayan el concepto de la urban amenity visto como aquel conjunto de aspectos demandados por los consumidores en el espacio urbano. La idea subyacente es que s�lo mantendr�n su vitalidad aquellas ciudades que sean capaces de ofrecer estas amenities, quedando el resto bajo el riesgo del declive.

Recientemente se ha intentado analizar el mecanismo interno que explica la relaci�n entre calidad de vida y crecimiento econ�mico. Florida (2002) asume que el capital humano y el conocimiento son los factores claves para el crecimiento y, por ello, propone que el �xito y la vitalidad de las ciudades americanas depender� de su capacidad de ofrecer bienes y servicios de alta calidad y considera a �stos como factores determinantes para atraer trabajadores altamente cualificados. En un contexto similar, Shapiro (2006) emplea un modelo neocl�sico de crecimiento econ�mico y encuentra que el 40 por ciento del crecimiento del empleo para universitarios de las ciudades est� explicado por el crecimiento de la calidad de vida, frente al 60 por ciento que proviene del crecimiento de la productividad. Por otro lado, Moretti (2003) se�ala la importancia de los retornos sociales de las aglomeraciones de capital humano: al aumentar el capital humano de las ciudades se produce un efecto exponencial sobre la productividad global debido a las interacciones entre trabajadores (los conocidos como spillovers), y esto adem�s conlleva a una reducci�n, por ejemplo, en los niveles de criminalidad, lo que tiene un efecto global sobre la calidad de vida.

Otra corriente de la literatura econ�mica reconoce de manera directa la importancia de la calidad de vida y la coloca en el centro de su an�lisis econ�mico. El razonamiento te�rico se basa en el estudio de las preferencias reveladas, que estudia la posibilidad de descubrir el comportamiento de los consumidores a partir de sus elecciones de compra. En el contexto de la calidad de vida esta aproximaci�n se ha empleado para ver c�mo los residentes muestran sus preferencias por atributos locales (algunas dimensiones de calidad de vida) mediante la movilidad interurbana. En este sentido, esta aproximaci�n es similar a la teor�a de Tiebout (1956), seg�n la cual los individuos seleccionan su residencia a partir de la comparaci�n del men� fiscal que le ofrecen diferentes localidades, lo que les lleva a �votar con los pies�, march�ndose de un sitio cuando han encontrado una alternativa m�s cercana a sus preferencias �ptimas. Siguiendo este planteamiento, Wall (2001) y Douglas (1997) desarrollan en modelo te�rico en el cual el individuo se enfrenta a la decisi�n de movilidad tras evaluar la utilidad que localizaciones alternativas le ofrecen. Esto implica que la migraci�n se dar� cuando los individuos puedan mejorar su bienestar o calidad de vida mediante el traslado de su residencia.

Esta literatura se beneficia de un marco te�rico claro y sencillo, en el cual la calidad de vida es un factor de atracci�n de individuos y empresas. Sin embargo, aparece un aspecto clave: el equilibrio espacial. As�, en la medida en la que la oferta de vivienda se asuma r�gida, los precios recoger�n la mayor presi�n de la inmigraci�n para poder disfrutar de los mayores niveles de calidad de vida de la ciudad de destino. Si se diese un comportamiento racional y sin rigideces, m�s all� de las propias de la oferta inmobiliaria, el alza de los precios deber�a frenar la inmigraci�n. Por lo tanto, desde un punto de vista de equilibrio espacial en la pr�ctica no deber�a haber (casi) migraciones. Y, evidentemente, sin embargo las hay. Evans (1990) expone tres ideas que permiten reconciliar en parte la existencia de persistentes migraciones netas con la idea de equilibrio: las familias migran siguiendo un patr�n consistente con su ciclo vital; diferencias en las tasas de crecimiento de diferentes territorios pueden conllevar migraciones permanentes; y el crecimiento global de la renta puede conllevar una mayor demanda de bienes normales o superiores, como puede ser el caso de viviendas de mayores dimensiones, o zonas con menores densidades. En cualquiera de estas tres situaciones se observar� un movimiento migratorio permanente adem�s de un equilibrio espacial, din�mico, por supuesto. Sin embargo, este tipo de equilibrios ser� mucho m�s consistente en entornos territoriales locales que en entornos regionales, donde los mecanismos migratorios o el equilibrio espacial tendr� una naturaleza m�s compleja y seguramente no tan ligada con el concepto de calidad de vida. Esta �ltima aseveraci�n tiene mayor validez en entornos europeos frente a los casos norteamericanos, donde el supuesto de equilibrio interregional que se alcanza gracias a las migraciones es bastante habitual en la literatura anteriormente comentada.

Por lo tanto, entendemos que existe un conflicto importante a la hora de medir la calidad de vida y, consecuentemente, a la hora de valorar su influencia como factor de atracci�n territorial de individuos o empresas. Veamos pues c�mo se ha afrontado en la literatura la medida de la calidad de vida.

Myers (1988) cita cuatro aproximaciones para el an�lisis de la calidad de vida:

- La aproximaci�n del bienestar individual, que mide la satisfacci�n de la vida de los individuos;

- La aproximaci�n comunitaria, que se centra en la calidad de vida de componentes y tendencias sociales de la comunidad;

- Las comparaciones de las condiciones de vida de diferentes �reas urbanas de acuerdo a un conjunto de indicadores objetivos que reflejen la calidad de vida;

- Y la aproximaci�n de mercado/residencia, en la que los precios de vivienda o los salarios se teorizan como compensadores de las diferencias de la calidad de vida de las �reas urbanas.

Evidentemente, desde el punto de vista econ�mico la �ltima aproximaci�n ofrece much�simas ventajas te�ricas frente a las otras maneras de calcular la calidad de vida. As�, como se comentaba anteriormente, desde un punto de vista te�rico, los precios de los factores asociados intr�nsecamente a la localizaci�n, como la vivienda, o aquellos factores perfectamente m�viles y que por tanto hay que compensar para evitar dicha movilidad, los salarios, se postulan como candidatos id�neos para recoger los diferenciales de calidad de vida de los territorios. Uno de los m�todos m�s habituales para llegar a soluciones v�lidas en estos contextos, particularmente en la vertiente de precios de vivienda, es el de los precios hed�nicos[6]. Estos modelos permiten diferenciar las caracter�sticas intr�nsecas de las viviendas entre caracter�sticas estructurales (tama�o, dise�o arquitect�nico, etc.) y caracter�sticas locacionales (calidad del barrio, cercan�a a servicios p�blicos o comercios), e incluso la accesibilidad a mercados de trabajo (t�picamente el Central Business District en el modelo monoc�ntrico). En la medida en la cual se puedan diferenciar cada uno de estos aspectos, se podr� llegar a medir en t�rminos monetarios la calidad de vida del entorno, as� como la influencia en la misma de la provisi�n de servicios p�blicos (hospitales, bibliotecas) e incluso bienes p�blicos (mejor calidad del medio ambiente). Siguiendo esta metodolog�a, numerosos autores han clasificado las ciudades en funci�n del nivel de su calidad de vida (Roback, 1982, Blomquist et al., 1988, Gyourko y Tracy, 1991, Stover y Leven, 1992, o Giannias, 1998).

Los problemas de esta aproximaci�n estriban b�sicamente en un aspecto antes apuntado: no pueden ser v�lidos los an�lisis si no se da la existencia de equilibrio espacial ya que, en la medida en la cual un lugar tiene precios elevados por su alta calidad de vida y a�n as� sigue recibiendo inmigraci�n, eso querr� decir que los precios a�n no son lo suficientemente altos y, consecuentemente su medida de calidad de vida estar� infravalorada. An�logamente, si una ciudad con precios bajos pierde poblaci�n de modo continuado, un modelo de precios hed�nicos estar� sobre valorando su calidad de vida[7].

En cualquier caso, como se apuntaba anteriormente, el equilibrio din�mico ser� m�s factible a nivel local que a escala regional. A escala local hay que destacar el trabajo de Sirmans et al. (2005) a la hora de caracterizar qu� factores tienen mayor influencia en la calidad de vida o, lo que es lo mismo, que caracter�sticas locacionales de las viviendas tienen un mayor peso en los precios. As�, estos autores analizan 125 estudios de precios hed�nicos y encuentran que, de las 20 caracter�sticas con mayor influencia sobre los precios finales de las viviendas, las m�s comunes son la edad, el tama�o, el garaje, n�mero de habitaciones, o de ba�os, si hay o no piscina, etc. Es decir, la mayor�a caracter�sticas estructurales ligadas a cada vivienda. El mayor problema para encontrar variables ligadas a la localizaci�n es la enorme disparidad a la hora de definirlas: desde el uso directamente del c�digo postal de cada vivienda, hasta la medida de la criminalidad, de los campos de golf cercanos o incluso de cu�ntos �rboles hay por km2. Y a�n as�, como se suele decir en el �mbito de los estudios de precios de vivienda, �stos dependen de tres factores claves: localizaci�n, localizaci�n y localizaci�n.

Otros problemas de los modelos de precios hed�nicos son los de identificaci�n (los consumidores adquieren cantidad y precio de las caracter�sticas de las viviendas) y especificaci�n (elecci�n de la variable dependiente y de las variables independientes, de la forma funcional y del �mbito del estudio: mercados o submercados de vivienda)[8]. De hecho, Gyourko et al. (1999), al mostrar un resumen y una cr�tica t�cnica a los modelos de precios hed�nicos reciente, plantean que los estudios de rankings de ciudades est�n plagados de problemas metodol�gicos. As�, se�alan que la entera l�nea de trabajo se encuentra en una encrucijada por grandes errores espec�ficos de cada ciudad en las ecuaciones hed�nicas subyacentes (tanto las de precios de vivienda, como las que se puedan hacer de salarios), problemas que, adem�s, no puede resolverse con los datos existentes, tanto micro como macro. El resultado ser� siempre que la precisi�n de los rankings de calidad de vida no pasar� de se�alar aquellos municipios que se encuentren en las partes extremas de la distribuci�n. Las recomendaciones de futuras investigaciones se encaminan a trabajos a nivel intrametropolitano, donde puede conseguirse un mayor volumen de datos detallados y homog�neos.

As� pues, pese a las ventajas te�ricas de los modelos que teorizan sobre los niveles de precios de vivienda o de los salarios, los evidentes problemas han hecho que se sigan desarrollando estudios que se centran en la medida de indicadores objetivos de calidad de vida. Un trabajo ya cl�sico es el Places Rated Almanac, de Boyer y Savageu, publicado por primera vez en 1981. Esta metodolog�a es deudora de los trabajos de Liu (1976), y clasifica las ciudades seg�n una serie de indicadores preseleccionados y ponderados seg�n su importancia. Otros estudios se centran en Europa: European Cities Monitor Report, publicado por Cushman y Wakefield. Entre los factores monitorizados est�n aquellos que influyen en la localizaci�n europea de las empresas: disponibilidad y coste del trabajo, transporte y telecomunicaciones o la calidad de vida. En 2004 Barcelona ocupaba la primera posici�n en esta �ltima componente, seguida de Estocolmo, Par�s y Munich. Las cr�ticas a este tipo de trabajos se centraron en la arbitrariedad de la metodolog�a, que incluyen la elecci�n de variables, la elecci�n de la propia estructura de indicadores y, por supuesto, la elecci�n de los pesos expl�citos de cada una de las dimensiones[9]. Cr�ticas adicionales son las siguientes: Landis y Sawicki (1988) sugieren que los factores relacionados con las localizaciones son mayormente secundarios en la determinaci�n de la calidad de vida personal; Madden (2003) argumenta que no se incluyen factores de pobreza en la mayor�a de los rankings; Becker et al. (1987) y Burnell y Galster (1992) exponen que el indicador est� metodol�gicamente sesgado a favor de las ciudades grandes. Otros trabajos se han centrado en las ciudades brit�nicas (Rogerson et al., 1988, 1989, y Morris et al. 1989) y han permitido ponderaciones de las categor�as diferenciadas seg�n las preferencias de de grupos de edad o grupos raciales. Estos avances, no obstante, tampoco han sido concluyentes en cuanto a muchas de las cr�ticas apuntadas m�s arriba: las elecciones de los pesos de cada categor�a sigue presentando problemas (las preferencias en t�rminos de calidad de vida no son universales); y adem�s incluso los mejores estudios de indicadores son incapaces de discriminar entre la importancia relativa versus la absoluta de una misma cifra en entornos claramente diferenciados.

Los estudios sobre la calidad de vida en Espa�a

En Espa�a la aproximaci�n al an�lisis de la calidad de vida ha sido fundamentalmente la de estudiar sus componentes mediante el an�lisis de sistemas de indicadores sociales y empleando en alguno casos t�cnicas de an�lisis multivariante para clasificarlas adecuadamente. Hist�ricamente puede hablarse de que en Espa�a se hab�a prestado atenci�n a la recogida de datos sociales. En este sentido, de Miguel se�ala que ya exist�an estad�sticas oficiales sobre cuestiones sociales (FOESSA, 1967). No obstante, esta tendencia se romper�a en los a�os 50 y 60, cuando el Instituto Nacional de Estad�stica se centr� m�s en cuestiones econ�micas. Es en la d�cada de los 60 cuando aparecen ya numerosos estudios sobre situaciones o factores sociales, todos ellos patrocinados por instituciones no oficiales: Plan CCB (1965), de C�ritas Espa�a, Informe sociol�gico sobre la situaci�n social en Espa�a (1966), de la fundaci�n FOESSA, y la Ponencia de factores humanos y sociales (1967), tambi�n de la fundaci�n FOESSA, que en 1970 publica el II informe sociol�gico. En este contexto, en 1974 aparece una obra fundamental del INE: Panor�mica Social, que b�sicamente recoge una recopilaci�n estad�stica de indicadores sociales.

A partir de ese momento ya se sucede un volumen de trabajos de diferentes autores que puede considerarse como importantes, entre los cuales podemos citar los siguientes[10]:

- Carmona (1977) Los indicadores sociales hoy: hace una aproximaci�n cr�tica de los diferentes enfoques existentes en ese momento.

- Pena (1977) Problemas de la medici�n del bienestar y conceptos afines (Una aplicaci�n al caso espa�ol): adem�s de analizar las diferentes alternativas de medici�n de la calidad de vida, propone una nueva metodolog�a de c�lculo, la distancia DP2.

- MOPU (1979) Encuesta sobre la calidad de vida en Espa�a: incluye encuestas de percepciones subjetivas sobre la calidad de vida.

- Garc�a-Dur�n y Puig (1980) La calidad de vida en Espa�a. Hacia un estudio de indicadores sociales: asume los problemas existentes en la medici�n de la calidad de vida y propone una lista de indicadores sociales que pueden ser efectivamente medidos con estad�sticas existentes en ese momento.

- INE (1986) Disparidades econ�mico-sociales de las provincias espa�olas. Ensayo de an�lisis de componentes: con datos de 1981 se analizan mediante t�cnicas multidimensionales las disparidades econ�mico sociales de las provincias de Espa�a.

- Casas (1989) T�cnicas de investigaci�n social: los indicadores sociales y psicosociales: este estudio es fundamental en Espa�a a cerca de la calidad de vida en entornos de la infancia.

- INE (1991, 1997, 1999, 2001, 2003 y 2004) Indicadores Sociales: esta publicaci�n recoge colecciones de datos estad�sticos comparativos. Con el tiempo ha ido aumentando su periodicidad y, adem�s de la informaci�n estad�stica b�sica (indicadores sociales), en cada volumen se presenta un estudio tem�tico (informes sociales): pobreza, discapacidades, inmigraci�n, etc. De hecho, en INE (1994) Panor�mica Social se presenta un estudio m�s detallado de diagn�stico y an�lisis sobre la situaci�n social de Espa�a.

- Seti�n (1993) Indicadores sociales de calidad de vida. Un sistema de medici�n aplicado al Pa�s Vasco. En este trabajo se presenta un sistema de indicadores a ser desarrollado en t�rminos pr�cticos para ser aplicado al Pa�s Vasco.

- Zarzosa (1996) Aproximaci�n a la medici�n del bienestar social: repasa ampliamente los estudios sobre calidad de vida en Espa�a y eval�a diferentes metodolog�as de aplicaci�n al caso espa�ol, aplicando finalmente la DP2 a las provincias espa�olas

Desde un punto de vista territorial, hay que remarcar la tendencia creciente en todos los trabajos citados a profundizar en la dimensi�n territorial de la calidad de vida. Desde el punto de vista urbano se dan dos situaciones. En primer lugar el desarrollo de estudios de sistemas de indicadores para algunas ciudades importantes. Incluso hoy en d�a numerosas ciudades, cada vez de menor dimensi�n, disponen de lo que se conoce como un Bolet�n de Coyuntura, en el cual, adem�s de incluir informaci�n econ�mica sobre la ciudad y su comarca, incorporan cap�tulos sobre aspectos sociales de su entorno. Cabe citar como ejemplo a los siguientes:

- Soler et al. (1987) Un sistema d�indicadors socials a la ciutat de Barcelona: se ofrece un marco metodol�gico, as� como una aplicaci�n en la pr�ctica de un sistema de indicadores sociales en el �mbito urbano. Adem�s del sistema de indicadores se ofrecen algunos an�lisis monogr�ficos sobre temas sociales.

- Ayuntamiento de Madrid (1988) Una investigaci�n sobre formas de vida y su evoluci�n en el Municipio de Madrid: an�lisis de la calidad de vida de los madrile�os, diferenciando un conjunto de dimensiones.

- Ayuntamiento de Valencia (1988) Aproximaci�n a un Indicador de Nivel de Renta de los Barrios de la ciudad: estiman uno de los indicadores clave de la calidad de vida, la renta, en los barrios de la ciudad de Valencia.

- Basalto y Arias (1989) Un estudio sobre la diferenciaci�n residencial en el espacio urbano de Sevilla: analiza mediante an�lisis factorial distintos barrios de Sevilla en funci�n de un conjunto de indicadores sociales

- Bosque, et al. (1991) Atlas social de la ciudad de Granada: a trav�s de t�cnicas de sistemas de informaci�n geogr�fica se describe la realidad social de la ciudad de Granada.

- Rodr�guez Jaume (2000) Modelos sociodemogr�ficos: Atlas social de la ciudad de Alicante: estudio acerca del an�lisis de la calidad de vida en un marco de indicadores sociales de la ciudad de Alicante.

- Ayuntamiento de Sant Cugat del Vall�s (2003, 2004, 2005) Butllet� de Conjuntura: ofrece informaci�n del desarrollo econ�mico del municipio adem�s de algunos cap�tulos sobre aspectos sociodemogr�ficos e incluso un apartado sobre calidad de vida.

Adem�s de las experiencias concretas de algunos municipios en el �mbito de sus territorios, los estudios comparativos a este nivel territorial han sido escasos. De hecho, hay que entenderlo como algo l�gico: las restricciones l�gicas de informaci�n, as� como las limitaciones a la hora de publicar los resultados, hac�an que los estudios comparados llegaran a un �mbito, como m�ximo, provincial. Sin embargo, las mejoras tecnol�gicas, tanto en la recogida de informaci�n como en su difusi�n, han hecho que en los �ltimos a�os se haya observado un incremento notable en el �mbito de la publicaci�n de estudios con datos a nivel urbano. Entre ellos hay que destacar los siguientes:

- Caja de Ahorros de Valencia (1985) Comunidad Valenciana: indicadores socioecon�micos: mediante un sistema de indicadores objetivos de calidad de vida, se analiza la el bienestar en el territorio (comarcas y municipios) de la Comunidad Valenciana.

- La Caixa (2001, 2002, 2003, 2004, 2005) Anuario Social de Espa�a: incluye un ranking de provincias e incluso de municipios con un tama�o m�nimo, y se ofrece informaci�n relativa a Poblaci�n y demograf�a; �mbito socioecon�mico; Personas mayores; Educaci�n; y Pol�tica para los municipios y adem�s Cultura; Religi�n; y Sanidad y salud para las Comunidades Aut�nomas. Los resultados de este trabajo se han utilizado como variable explicativa de la medida de calidad de vida local en diferentes trabajos acad�micos.

- Art�s et al. (2000, 2001, 2002, 2003 y 2005) La qualitat de vida a la prov�ncia de Barcelona: A nivel m�s local destacan los trabajos de Art�s et al. para todos los municipios de la provincia de Barcelona, en el que se estudian hasta 18 componentes de calidad de vida, agrupados en tres dimensiones: la componente individual, las desigualdades sociales y las condiciones de vida de la comunidad

- Zarzosa (2005) Mapa del sistema de indicadores sociales sobre Calidad de Vida de la provincia de Valladolid: analiza la calidad de vida de los municipios de Valladolid en distintas dimensiones de calidad de vida. Las dimensiones que recogen son actividad econ�mica municipal, educaci�n y cultura, situaci�n laboral, y demogr�fica, salud, medio ambiente, riqueza, renta y riqueza familiar.

Este repaso a la situaci�n de la medici�n de la calidad de vida en Espa�a nos permite apreciar que se ha hecho bastante en lo que respecta a profundizar en la medida de la calidad de vida mediante los sistemas de indicadores, ofreci�ndose en algunos casos una medida sint�tica del concepto. Por lo que respecta a los art�culos acad�micos en econom�a que han trabajado con el concepto de calidad de vida, cabe citar, por poner algunos ejemplos, los siguientes:

- Bilbao (2001): mediante la aplicaci�n de estimaciones hed�nicas de precios de inmuebles se analiza el valor de una dimensi�n dala calidad de vida, en concreto la calidad medio ambiental.

- Viladecans (2002): se analiza el crecimiento de las ciudades empleando como una de las variables explicativas, indicadores relacionados con la calidad de vida.

- Royuela y Surinach (2005): estudian el efecto del tama�o de las ciudades en diferentes dimensiones de la calidad de vida.

Sin embargo, pese a experiencias concretas entendemos que no vamos errados si decimos que hay un enorme espacio para el an�lisis econ�mico del concepto de la calidad de vida en nuestro territorio (regiones, provincias, municipios) tanto como variable fundamental que explica comportamientos econ�micos (como pueden ser la atracci�n de actividad econ�mica o de personas), como variable a explicar.

Conclusiones

En este trabajo hemos repasado el concepto de calidad de vida y su relaci�n con la econom�a urbana. Su creciente importancia se basa en buena parte en el papel que juega en la literatura de crecimiento econ�mico: individuos y empresas incluyen los elementos que conforman la calidad de vida como factores positivos en sus funciones de utilidad o de maximizaci�n de beneficios. Este papel de la calidad de vida es importante en las decisiones de localizaci�n dentro de la ciudad y tambi�n entre ciudades. De hecho, la globalizaci�n ha llevado a que la competencia entre ciudades incluya comparativas de diferentes factores de localizaci�n, entre los cuales se incluye la calidad de vida.

El an�lisis de la calidad de vida como variable explicativa hace que sea crucial una buena medida de la misma, convirti�ndola pues en variable objetivo. Las aproximaciones para medirla son diversas, pero destacamos aqu� dos de ellas. La primera es la que incorpora modelos te�ricos de los cuales puede deducirse la calidad de vida, por ejemplo mediante t�cnicas hed�nicas utilizando datos de precios de vivienda o de salarios. En estos trabajos el supuesto de equilibrio espacial aparece como clave para que puedan desarrollarse las mediciones de manera consistente. La segunda es mediante el uso de sistemas de indicadores objetivos que recojan la mayor cantidad posible de dimensiones.

En Espa�a se ha hecho un importante trabajo por parte de economistas y soci�logos en la medida de la calidad de vida utilizando los sistemas de indicadores sociales. Estos sistemas se han desarrollado no s�lo a nivel estatal y regional, sino que en los �ltimos a�os se ha desarrollado a ciudades determinadas e incluso existen ya bastantes esfuerzos en �mbitos municipales. A�n as�, entendemos que queda un amplio margen de maniobra para los economistas regionales y urbanos� tanto en la utilizaci�n de la calidad de vida como factor explicativo de procesos econ�micos, como en su medida mediante modelos econ�micos.

 

Notas

* El autor agradece la financiación de CICYT (SEJ2006-07665) y de la beca de movilidad del Ministerio de Educación y Ciencia Ref. PR2005-0253. También agradece todo el apoyo del Centre for Spatial and Real Estate Economics (CSpREE) de la University of Reading, UK.

*La parte principal de este trabajo se desarrolló en el Departamento de Economía de la University of Reading (Reino Unido). Las autoras agradecen el apoyo a esta colaboración a sus departamentos y en particular al prof. Mazette.

[1] Como ejemplo de esta creciente importancia, véanse algunas cifras: en la base de datos del Social Science Citation Index de 1981 a 1990 aparecen 2 artículos en revistas científicas con los descriptivos �Quality of Life� y �Economics�. De 1991 a 1995, 27 artículos, de 1996 a 2000, 92 artículos y de 2001 a 2005, 103 artículos. En la base de datos Econlit, centrada únicamente en economía, la evolución de artículos con el tópico �Quality of life� evoluciona de modo similar: 97 artículos de 1981 a 1990 (un 0,13% del total), 438 de 1991 a 1995 (un 0,42% del total), 904 de 1996 a 2000 (un 0,61% del total) y 1.397 de 2001 a 2005 (un 0,93% del total). Es decir, en los últimos veinticinco años la importancia relativa del tema en la literatura económica se ha multiplicado por más de siete.

[2] Algunos ejemplos son claros en el ámbito europeo: véanse UE- Comitee of the regions (1999) o la estrategia de Lisboa (un resumen puede encontrarse en Moreno et al., 2005). Además hay que citar los programas Urban I y II de la Unión Europea y el desarrollo del sistema de indicadores sociales de ciudad europeas en el denominado Urban Audit (www.urbanaudit.org), que en la actualidad recoge casi 300 indicadores de 258 ciudades pertenecientes a la UE27.

[3] Para repasar el desarrollo histórico de los conceptos de calidad de vida y de bienestar en el ámbito económico pueden consultarse Zarzosa (1996) y Zarzosa (2005).

[4] Para un repaso del tema, pueden consultarse Kahneman et al. (1999) y Frey y Stutzer (2002).

[5] La idea de capital natural se entiende como extensión de la noción económica de capital (medios de producción) a bienes y servicios medioambientales. Hace referencia a una reserva (véase, un bosque) que produce un flujo de bienes (véase, nuevos árboles) y de servicios (véase, captura de carbono, control de la erosión, hábitat).

[6] Este método, que recientemente (Sirmans et al., 2005) se ha observado que tiene origen en los trabajos de Haas (1922) para estimar el valor de las tierras agrícolas, desarrolló sus fundamentos microeconómicos en Lancaster (1966) y Rosen (1974). La metodología básicamente consiste en estimar una regresión con el precio final del producto como función de las características presentes en el bien, que tendrá una naturaleza de bien compuesto por distintas dimensiones, que es lo que en realidad buscan adquirir los consumidores.

[7] Hay diversas aproximaciones a modelos de desequilibrio, como por ejemplo emplear ecuaciones de cambio de régimen, como en Fair y Jaffee (1972), pese a que se dedica al análisis de viviendas iniciadas. Un ejemplo posterior de un modelo hedónico de desequilibrio es Anas y Eum (1984). Otros trabajos asumen el desequilibrio y tratan de cuantificarlo y de analizar el proceso de ajuste hacia el equilibrio (Abraham y Hendershott, 1996 y Malpezzi, 1999).

[8] Para ver una revisión de los problemas asociados a los precios hedónicos pueden consultarse Follain y Jiménez (1985), Sheppard (1999) y más recientemente Malpezzi (2003).

[9] Algunas de estas críticas están fundamentadas en los trabajos de Todaro (1989) y Elkan (1995). No obstante, otros trabajos (Rogerson, 1995) han subrayado que la inherente subjetividad de la construcción de índices se ha puesto como excusa en muchas ocasiones para no llevar acabo investigaciones en el ámbito de la calidad de vida, lo cual parte de raíz cualquier intento de efectuar este tipo de estudios, a todas luces necesarios. En este sentido, la asunción de la subjetividad inherente a estos trabajos ha de permitir avanzar en los análisis con sus consecuentes condicionantes pero nunca desecharlos.

[10] Para ver una panorármica histórica más amplia de los estudios de calidad de vida, tanto a nivel nacional como internacional, pueden consultarse Setién (1993), Zarzosa (1996), Alguacil (2000) y Rodríguez Jaume (2000).

 

Bibliografía

ABRAHAM, J. M. y HENDERCHOT, P. H. Bubbles in metropolitan housing markets. Journal of Housing Research, 1996, n� 7, p. 191-207.

ALESINA, A., DI TELLA, R., y MC CULLOCH, R. Inequality and happiness: Are European and American Different?. NBER Working Paper, n� 8198, Cambridge. 2001.

ALGUACIL G�MEZ, J. Calidad de vida y praxis urbana. Madrid: Centro de Investigaciones Sociol�gicas. 2000.

ANAS, A. y EUM, S. J.� Hedonic analysis of a housing market in disequilibrium. Journal of Urban Economics, 1984, n� 15, p. 87-106.

ART�S, M., et al. La Qualitat de Vida a la prov�ncia de Barcelona. Barcelona: Grupo de Investigaci�n An�lisi Quantitativa Regional de la Universitat de Barcelona y Diputaci� de Barcelona. Diferentes a�os.

AYUNTAMIENTO DE MADRID. Una investigaci�n sobre formas de vida y su evoluci�n en el Municipio de Madrid. Madrid: Departamento de Estad�sticas. 1988.

AYUNTAMIENTO DE VALENCIA. Aproximaci�n a un Indicador de Nivel de Renta de los Barrios de la ciudad. Valencia: Oficina de Estad�stica, 1988.

AYUNTAMIENTO DE SANT CUGAT DEL VALL�S. Butllet� de Conjuntura. Sant Cugat del Vall�s: Ayuntamiento de Sant Cugat del Vall�s. Diferentes a�os.

BASALTO, J. y ARIAS, C. Un estudio sobre la diferenciaci�n residencial en el espacio urbano de Sevilla. Ciudad y Territorio, 1989, n� 79-1, p. 85-92.

BECKER, R. A., DENBY, L., MCGILL, R. y WILKS, A. R. �Analysis of data from the Places Rated Almanac. The American Statistician, 1987, n� 41, p. 169-186.

BILBAO, C. �Valoraci�n de la calidad medio ambiental: una aplicaci�n del m�todo hed�nico para las principales poblaciones asturianas. Hacienda P�blica Espa�ola, 2001, n� 156(1), p. 29-48.

BOLMQUIST, G.C., BERGER, M.C. y HOEHN, J.P. New estimates of quality of life in urban areas. American Economic Review, 1988, n� 78, p. 89-107.

BOSQUE MAUREL, J., BOSQUE SENDRA, J. y GUTI�RREZ, F. Atlas social de la ciudad de Granada. Granada: Caja General de Ahorros de Granada, 1991.

BOYER, R. y SAVAGEU, D. �Places Rated Almanac: Your Guide to finding the best places to live in America. New York: Rand McNally, 1981.

BURNELL, J.D. y GALSTER, G. �Quality of life measurements and urban size: an empirical note. Urban Studies, 1992, n� 29, p. 727-735.

CAJA DE AHORROS DE VALENCIA. Comunidad Valnciana: indicadores socioecon�micos. Valencia: Caja de Ahorros de Valencia, 1985.

CARMONA GUILL�N, J. A. �Los indicadores sociales hoy. Madrid: Centro de Investigaciones Sociol�gicas, 1977.

CASAS, J. �T�cnicas de investigaci�n social: los indicadores sociales y psicosociales: Teor�a y pr�ctica. Barcelona: Promociones y Publicaciones Universitarias, 1989.

CHESHIRE, P. y HAY, D. G. �Urban problems in Western Europe, an economic an�lisis. Londres: Wiley Eds., 1989.

CHESHIRE, P. y MAGRINI, S. �Population growth in European cities: weather matters - but only nationally. Regional Studies, 2006, n� 40-1, p. 23-37

DASGUPTA, P.� Population resources and Welfare: an exploration into reproductive and environmental externalities. Working Paper, 2000.

DASGUPTA, P. y WEALE, M. On measuring quality of life. World development, 1992, n� 20(1), p. 119-131.

DIENER, E. Guidelines for National Indicators of Subjective Well-Being and Ill-Being. Journal of Happiness Studies, 2006, n� 7, p. 397-404.

DISSART, J-C. y DELLER, S. C. �Quality of life in the planning literature. Journal of Planning Literature, 2000, n� 1, p. 36-61.

DOUGLAS, S. Estimating relative standard of living in the United States using cross-migration data. Journal of Regional Science, 1997, n� 37, p. 411-436.

ELKAN, W. �An Introduction to Development Economics. Londres: Harvester Wheatsheaf, 1995.

ERIKSON, R. Description of Inequality: The Swedish Approach to Welfare Research, en NUSSBAUM M. y A.K. SEN, Eds. The Quality of Life: Oxford, Clarendon Press, 1993.

ERIKSON, R., HANSEN, E. J., RINGEN, S. y UUSITAL, H. �The Scandinavian Model: Welfare States and Welfare Research. Armonk, N.Y.: M. E. Sharpe, 1987.

EVANS, A. The assumption of equilibrium in the analysis of migration and interregional differences: a review of some recent research. Journal of Regional Science, 1990, n� 30(4), p. 515-531.

FAIR, R. C. y JAFFE, D. M. Methods of estimation for markets in disequilibrium. Econometrica, 1972, n �12, p. 59-73.

FLORIDA, R. The economic geography of talent. Annals of the Association of American Geographers, 2002, n� 92 (4), p.743-75.

FOLLAIN, J.R. y JIM�NEZ, E. Estimating the demand for housing chaacteristics: A survey and critique. Regional Science and Urban Economics, 1985, n� 15(1), p. 77-107.

FREY, S.B. y STUTZER, A. �What can economists learns from happiness research? Journal of Economic Literature, 2002, n� 40, p. 402-435.

FUNDACI�N FOESSA� Informe sociol�gico sobre la situaci�n de Espa�a. Madrid: Euram�rica, 1966.

FUNDACI�N FOESSA . Tres estudios para un sistema de indicadores sociales. Madrid: Euram�rica, 1967.

FUNDACI�N FOESSA . II Informe sociol�gico sobre la situaci�n de Espa�a. Madrid: Euram�rica, 1970.

GARC�A-DUR�N y PUIG. La calidad de vida en Espa�a. Hacia un estudio de indicadores sociales. Madrid: Moneda y Cr�dito, 1980.

GIANNIAS, D. A quality of life based ranking of Canadian cities. Urban Studies, 1998, n� 35(12), p. 2241-2251.

GIANNIAS, D., LIARGOVAS, P. y MANOLAS, G. Quality of life indices for analysing convergence in the European Union. Regional Studies, 1999, n� 33(1), p. 27-35.

GILLIAN, R. y REECE, W. S. A new approach to quality of life measurement. Urban Studies, 1979, n� 35(12), p. 2241-2251.

GLAESER, E. L. Are cities dying? The Journal of economic Perspectives, 1998, n� 12(2), p. 139-160.

GLAESER, E. L. The future of urban research. Non-Market interactions. New York: HIER Discussion paper, 1999.

GLAESER, E. L.� J. KOLKO y A. SAIZ. Consumer City. Journal of Economic Geography, 2001, n� 1, p. 27-50.

GLAESER, E. L. y KAHN, M. E. Sprawl and urban growth. New York: HIER Discussion paper, 2003, n� 20-03.

GLAESER, E. L. y SHAPIRO, J. M. Urban growth in the 1990s: Is city living back? Journal of Regional Science, 2003, n� 43(1), p. 139-165.

GRAVES, P. A re-examination of migration, economic opportunity, and the quality of life. Journal of Regional Science, 1976, n� 12(1), p. 107-112.

GYOURKO, J. y TRACY, J. The structure of local public finance and the quality of life. Journal of Political Economy, 1991, n� 99(4), p. 774-806.

GYOURKO, J., KAHN, M. y TRACY, J. Quality of life and environmental conditions, en CHESIRE y MILLS (eds.) Handbook of Regional and Urban Economics (vol 3). Amsterdam: North-Holland, 1999, p. 1413-1454.

HAAS, G. C. �Sales prices as a basis for farm land appraisal. Minnesota: Technical Bulletin 9, University of Minnesota Agricultural Experiment Station, St Paul, 1922.

HALL, P. Towarsds a general urban theory, en BROTCHIE, BATTY, BLAKELY, HALL y NEWTON (Eds) Cities in Competition. Melbourne: Longman-Chesire, 1994.

HOBIJN, B. y FRANSES, P. H. Are living standards converging? Structural Change and Economic Dynamics, 2001, n� 12, p. 171-200.

HIRSCHBERG, J. G., MAASOUMI, E. y SLOTTJE D. J. Cluster analysis for measuring welfare and quality of life across countries. Journal of Econometrics, 1991, n� 50, �p.131-150.

INE �Espa�a: Panor�mica social. Madrid: INE, 1974.

INE Disparidades econ�mico-sociales de las provincias espa�olas. Ensayo de an�lisis de componentes. Madrid: INE, 1986.

INE �Indicadores Sociales de Espa�a. Madrid: INE, 1991.

INE �Panor�mica Social de Espa�a. Madrid: INE, Diferentes a�os.

KAHNEMAN, D. DIENER, E. y SHCWARZ �Well/being: The foundations of Hedonic Psycology. Nueva York: Russel Sage Foundation, 1999.

KHAN, H. Measurement and determinants of socioeconomic development: a critical conspectus. Social Indicators Research, 1991, n� 24, p. 153-175.

KRUTILLA, K. y REUVENY, R. The quality of life in the dynamics of economic development. Environment and Development Economics, 2002, n� 7, p. 23-45.

LA CAIXA �Anuario Social de Espa�a, Fundaci�n La Caixa. Barcelona: Diferentes a�os.

LANCASTER, K. A New Approach to Consumer Theory. Journal of Political Economy, 1966, n� 74, p. 132-157.

LANDIS, J. D. y SAWICKI, D.S. A planner�s guide to the Places Rated Almanac. Journal of the American Planning Association, 1988, n� 54, p. 336-346.

LIU, B. C. �Quality of life in the U.S., 1970. Kansas City: Midwest Research Institute, 1973.

LIU, B. C. Quality of life indicators in U.S. Metropolitan areas: a Statistical Analysis. Nueva York: Praeger Publichers, 1976.

LIU, B. C. Variations in social quality of life indicators in medium metropolitan areas. American Journal of Economics and Sociology, 1978, n� 37(3), p. 241-260.

LOUIS, A. M. The worst American city. En ALAN SHANK (ed.) Political power and the urban crisis, Boston: 3rd ed. Holbrook Press, Inc. 1976, p. 49-64.

MADDEN, J. F. The changing spatial concentration of income and poverty among suburbs of large metropolitan areas. Urban Studies, 2003, n� 40, p. 481-503.

MALPEZZI, S. A simple error correction model of housing prices. Journal of Housing Economics, 1999, n� 8, p. 27-62.

MALPEZZI, S. Hedonic pricing models: a selective and applied review. En O�SULLIVAN, T. y GIBB, K. (eds). Housing Eocnomics & Public Policy. Oxford: Blackwell Publishing. 2003.

MARCHANTE, A.J. y ORTEGA, B. Quality of life and economic convergence across Spanish regions, 1980-2001. Regional Studies, 2006, n� 40(5), p. 471-483.

MOPU �Encuesta sobre la calidad de vida en Espa�a. Madrid: MOPU, Direcci�n General de Medioambiente, 1979.

MORAWETZ, D. et al . Income Distribution and Self-Rated Happiness: Some Empirical Evidence. The Economic Journal, 1977, n� 87, p. 511-522.

MORENO, ROYUELA, V. y VAY�, E. Monitoring the Lisbon Strategy�s Targets. Investigaciones Regionales, 2005, n� 7, p. 155-192.

MORETTI, E. Human Capital Externalities in cities. En J. VERNON HENDERSON y J.F. THISSE (Eds.) Handbook of Urban and Regionl Economics. Amsterdam: North Holland- Elsevier, 2003, ch. 8.

MORRIS, A., FINDLAY, A. PADDISON, R. y ROGERSON, R. Urban quality of life and the north-south divide. Town and country planning, 1989, n� 58, p. 207-211.

MULLIGAN, G. CARRUTHERS, J. y CAHILL, M. Urban quality of life and public policy: a survey. En CAPELLO, R. y NIJKAMP, P. (eds.), Urban Dynamics and Growth, Advances in Urban Economics. Amsteram: Elsevier, 2004, p. 729-802.

MYERS, D. Building knowledge about quality of life for urban planning. Journal of the American Planning Association, 1988, n� 54, p. 374-358.

NEUMAYER, E. Beyond income: convergence in living standards, big time. Structural Change and Economic Dynamics, 2003, n� 14, p. 275-296.

PENA, E. Problemas de la medici�n del bienestar y conceptos afines (Una aplicaci�n al caso espa�ol). Madrid: Instituto Nacional de Estad�stica, 1977.

ROBACK, J. Wages, rents, and quality of life. Journal of Political Economy, 1982, n� 90, p. 1257-1278.

RODR�GUEZ JAUME, M. J. �Modelos sociodemogr�ficos: Atlas social de la ciudad de Alicante. Alicante: Tesis doctoral, Universidad de Alicante, 2000.

ROGERSON, R. J. �Environmental and Health-related quality of life: conceptual and methodological similarities. Social Science Medicine, 1995, n� 41(10) , p. 1373-1382.

ROGERSON, R. J. Quality of life and city competitiveness. Urban Studies, 1999, n� 36(5-6), p. 969-985.

ROGERSON, R., FINDLAY, A. y MORRIS, A. The best cities to live in. Town and country planning, 1988, n� 57, p. 270-273.

ROGERSON, R., FINDLAY, A. MORRIS, A y COOMBES, M.G. Indicators of quality of life: some methodological issues. Environment and Planning A, 1989, n� 21, p. 1655-1666.

ROMER, P. Endogenous Technological Change. Journal of Political Economy, 1990, n� 98(5), p. 71-102.

ROSEN, S. Hedonic Prices and Implicit Markets: Product Differentiation in Pure Competition. Journal of Policital Economy, 1974, n� 82(1), p. 34-55.

ROYUELA, V. y ART�S, M. Convergence Analysis in Terms of Quality of Life in the Urban Systems of the Barcelona province in the period 1991-2000. Regional Studies, 2006, n� 40(5), p. 485-492.

ROYUELA, V., SURI�ACH, J. y REYES, M. Measuring quality of life in small areas over different periods of time. Analysis of the province of Barcelona. Social Indicators research, 2003, n� 64(1), p. 51-74.

ROYUELA, V. y SURI�ACH, J. Constituents of quality of life and urban size. Social Indicators research, 2005, n� 74(3), p. 549-572.

ROYUELA, V., ART�S, M. y SURI�ACH, J. �Quality of life and urban size. Investigaciones Regionales. En prensa. 2008.

SEN, A. �On Economic Inequality. Oxford: Clarenton Press, 1973.

SEN, A. �The standard of living. Cambridge: Cambridge University Press, 1987.

SEN, A. Capability and well being. En NUSSBAUM y SEN (Eds) The quality of life, Wider studies in development economies. Oxford: Clarendon Press, 1993.

SEN, A. �Lo sviluppo e liberta. Peru�e non ce sviluppo senza democrazia. Mil�n: Mondadori, 1997.

SETI�N, M. A. �Indicadores sociales de calidad de vida. Un sistema de medici�n aplicado al Pa�s Vasco. Madrid: Centro de Investigaciones Sociol�gicas, 1993.

SIRMANS, G. C., MACPHERSON, D.A. y ZIETZ, E.N. Composition of Hedonic Pricing Models. Journal of Real Estate Literature, 2005, n� 13-1, p. 3-43.

SHAPIRO, J. M.� Smart Cities: Quality of Life, Productivity, and the Growth Effects of Human Capital. Review of Economics and Statistics, 2006, 88(2).

SHEPPARD, S. Hedonic analysis of housing markets. En CHESIRE, P. y MILLS, E.S. (eds.) Handbook of Regional and Urban Economics. Amsterdam: Elsevier, 1999, vol. 3.

SLOTJJE, D. Measuring the quality of life across countries. The Review of Economics and Statistics, 1991, n� 73(4), p. 684-693.

SMITH, D. M. Human Geography: A welafre approach. Londres: Edward Arnold, 1977.

SOLER, J., SAMPERE, E. y FERRANDO, P. �Un sistema d�indicadors socials a la ciutat de Barcelona. Barcelona: Ayuntamiento de Barcelona, �rea de Servicios Sociales, 1987.

STOVER, M. E. y LEVEN, C. L. Methodological issues in the determination of the quality of life in urban areas. Urban Studies, 1992, n� 29(5), p. 737-754.

TIEBOUT, C. M. A pure theory of local expenditures. Journal of Political Economy, 1956, n� 64, p. 416-424.

TODARO, M. P. Economic Development in the Third World. Nueva York: Longman, 1989.

TOWNSEND, P. Poverty on the United Kingdom. Londres: Penguin, 1979.

UE- COMITEE OF THE REGIONS Evaluation Quality of Life in European Regions. Bruselas: Commission of The European Communities, 1999.

VILADECANS, E. �The growth of cities: Does agglomeration matter? Documento de Trabajo del IEB, 2002/3, Universidad de Barcelona, 2002.

WALL, H. J. Voting with your feet in the United Kingdom: Using cross-migration rates to estimate relative living standards. Journal of Regional Science, 2001, n� 80, p. 1-23.

WINGO, L. The quality of life: toward a microeconomic definition. Urban Studies, 1973, n� 10, p. 3-18.

WISH, N. D. Are we really measuring the quality of life? Well-being has subjective dimensions, as well as objective ones. American Journal of Economics and Sociology, 1986, n� 45(1), p. 93-99.

ZARZOSA, P. Aproximaci�n a la medici�n del bienestar social. Valladolid: Universidad de Valladolid, 1996.

ZARZOSA, P. �Mapa del sistema de indicadores sociales sobre Calidad de Vida de la provincia de Valladolid. Valladolid: Diputaci�n de Valladolid, 2005.

 

© Vicente Royuela Mora, Diona Lambiri y Bianca Biagi, 2008
© Biblio3W, 2008


Ficha bibliográfica

ROYUELA MORA, Vicente; LAMBIRI, Diona y BIAGI, Bianca. Economía urbana y calidad de vida. Una revisión del estado del conocimiento en España. Biblio 3W, Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales, Universidad de Barcelona, Vol. XIII, nº 794, 25 de agosto de 2008. <http://www.ub.es/geocrit/b3w-794.htm>. [ISSN 1138-9796].


Volver al menú principal

Volver al índice de Biblio 3W